El Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, que se celebra el 16 de septiembre, es el evento en el cual se resaltan todos los logros asociados a la preservación del agotamiento de la misma, la cual busca eliminar el 99% de todas las sustancias que reducen la capa de ozono conocidas como (SAO). Además, es una buena muestra de que las decisiones y acciones colectivas, guiadas por la ciencia, son la única forma de resolver las grandes crisis mundiales. En este año el mensaje de los tratados para salvar la capa de ozono es trabajar conjuntamente y en armonía por el bien común.

El lema del día, «Ozono para la vida», nos recuerda que el ozono no solo es crucial para la vida en la Tierra, sino que debemos continuar protegiendo la capa de ozono para las generaciones futuras.

La vida en la tierra no sería posible sin la luz solar. Pero la energía que emana del sol sería demasiado para que la vida en la tierra prosperara si no fuera por la capa de ozono. Esta capa estratosférica protege a la tierra de la mayor parte de la dañina radiación ultravioleta del sol. La luz solar hace posible la vida, pero la capa de ozono hace posible la vida tal como la conocemos.

La confirmación científica del agotamiento de la capa de ozono impulsó a la comunidad internacional a establecer un mecanismo de cooperación para tomar medidas para proteger la capa de ozono. Esto se formalizó en el Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, que fue aprobado y firmado por 28 países, el 22 de marzo de 1985. En septiembre de 1987, esto condujo a la redacción del Protocolo de Montreal, relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono.

El objetivo principal del Protocolo de Montreal es la protección de la capa de ozono mediante la toma de medidas para controlar la producción total mundial y el consumo de sustancias que la agotan, con el objetivo final de eliminarlas, sobre la base del progreso de los conocimientos científicos e información tecnológica.

La aplicación del Protocolo de Montreal ha progresado bien en los países desarrollados y los países en desarrollo. Todos los calendarios de eliminación se han respetado en la mayoría de los casos, algunos incluso antes de lo previsto.

La atención se centró, inicialmente, en los productos químicos con mayor potencial de agotamiento del ozono, incluidos los CFC y halones. El calendario de eliminación de los HCFC era más relajado, debido a su menor potencial de agotamiento de la capa de ozono y porque también se han utilizado como sustitutos de transición de los CFC. El calendario de eliminación de los HCFC se creó en 1992 para los países desarrollados y países en desarrollo, este último con una congelación en 2015, con eliminación completa en 2030 en los países desarrollados y en 2040 en los países en desarrollo.