El símbolo elegido para nuestra marca es un tributo a la ‘Leyenda del Dorado’ y más concretamente a la ‘corona’ dorada que usaba el heredero del cacicazgo muisca en la ceremonia de poder en la que se le investía como nuevo electo.

Esta simbología la hemos rescatado de la ‘Balsa Muisca’ que, además de ser uno de los íconos más representativos de nuestra historia, sin duda es el que mejor nos puede representar como cerveceros y colombianos. En nuestro caso, la legitimidad de usar esta simbología viene fortalecida por el hecho de que nuestra primera planta de producción cervecera se ubicará en Sesquilé que, junto con la Laguna de Guatavita, formaban parte de los territorios muiscas.

Por último, para apelar a nuestra maestría cervecera, acompañamos nuestra corona con dos espigas de cebada, símbolo infalible de la industria cervecera y reflejando con elegancia la capacidad de marcar diferencia, crear así una personalidad de talla mundial, capaz de dejar huella en la historia del mercado cervecero, agregando valor a los consumidores.